El primer contacto de Pau Gasol con la afición de los Lakers supuso más que una paliza a los Hawks de Atlanta (122-93) y más que un estreno de película. No importa siquiera que una competición que no da tregua obligara a jugar ya la pasada madrugada al equipo de oro y púrpura en Phoenix y nada menos que contra su antiguo coloso Shaquille O'Neal y su nuevo equipo, los Suns. La confirmación en Los Ángeles de los magníficos resultados y expectativas que ha generado el fichaje de Gasol despertó el entusiasmo de la afición y de una prensa que observa una vuelta a los mejores tiempos de la franquicia californiana. "Gasol debuta en L. A. como un dandi", tituló Los Angeles Times. "Vuelven los días felices", destacó el Daily News. "El Staples bendice a Gasol, el chico con cara de cheque de confianza al portador", comentó La Opinión.
El veterano base titular del equipo, Fisher, cuya taquilla en el vestuario está junto a la de Gasol, no pudo por menos que piropearlo después de los 23 puntos y 6 rebotes del español: "Hace las cosas fáciles. Tiene una mentalidad muy abierta y es muy inteligente, por eso se ha adaptado tan rápido al equipo". La figura del equipo, Kobe Bryant, no deja de mostrarse gratamente sorprendida por el rendimiento de su nuevo compañero. "Es increíble. Me parece que todo el mundo se alegra de tenerlo aquí", bendijo el 24 de los Lakers.
Valió la pena el estrés que sufrió Pau Gasol, que cuajó un magnífico partido con 23 puntos, los mismos que Bryant, y tuvo que multiplicarse incluso más fuera de la cancha. Una hora y media antes del partido compareció en una rueda de prensa que duró unos 12 minutos. Lo justo para comentar que sentía mariposas en el estómago ante su puesta de largo con la camiseta oro y púrpura ante la afición que llenó el recinto y que le esperaba con una inusitada expectación. El 16 de los Lakers vio cumplidos los deseos que expresó poco antes de saltar a la cancha: "Que sea un partido inolvidable y que todos disfrutemos". Acto seguido, Pau pasó a una sala contigua al vestuario en la que estaba instalado un estudio de la Fox Sports, la cadena que retransmite por televisión los partidos de los Lakers, y donde se sometió a una nueva entrevista. "No me va a dar tiempo ni de hacer unos tiritos", bromeaba Pau mientras iba de un lado para otro.
Pero el tiempo está absolutamente cronometrado y, después de someterse a un masaje, Gasol saltó a la cancha para practicar unos minutos a las órdenes de los entrenadores asistentes, todos ex jugadores: Kurt Rambis, Brian Shaw, Craig Hodges y el mítico Kareem Abdul-Jabbar. No tuvo apenas tiempo para ver a sus padres, Agustí y Marisa, y a su hermano pequeño Adrià, que todavía viven en Memphis pero que acudieron al partido. Luego, dentro del vestuario y mientras se vestía, atendió nuevamente a los periodistas en inglés, castellano y catalán.
En la grada las camisetas mayoritarias eran las del número 24, el de Kobe. Pero también había aficionados con las camisetas de Pau. La buena de verdad, la oficial, la que lleva bordado su nombre, su número y el nombre de los Lakers no está todavía disponible. Costará 180 dólares, unos 125 euros. A la espera de que llegue a las tiendas, se pueden encontrar algunas réplicas, con el amarillo más subido de tono y las letras y el número estampado en lugar de bordado, al precio de 38 euros. En la grada, la gente se entregó a su nuevo héroe con varias pancartas de ánimo. Welcome to Gasollywood, In Pau we trust o Problem Gasolved fueron algunas de las más celebradas. Como es habitual, en la primera final estuvieron celebridades como Jack Nicholson, Cameron Díaz y Tobey Maguire.
Nadie quiso perderse un acontecimiento que generó unas altísimas expectativas, las que esperan que los Lakers vuelvan a ser los Lakers de los mejores tiempos. Aquellos que cautivaron al mundo en los mágicos tiempos del showtime.
Hace 11 años
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