lunes, 22 de octubre de 2007

McLaren sirve en bandeja el título a Raikkonen

Kimi Raikkonen, que a falta de dos carreras para la conclusión del Mundial era tercero a 17 puntos de Lewis Hamilton, se impuso ayer en el Gran Premio de Brasil convirtiéndose así en el noveno piloto de Ferrari en conquistar el título. Con este resultado, la clasificación de pilotos queda de la siguiente manera: 1, Kimi Raikkonen (FIN) 110 puntos; 2, Lewis Hamilton (ENG) 109; 3, Fernando Alonso (ESP) 109; 4. Felipe Massa (BRA) 94; 5 Nick Heidfeld (GER) 61 y 6. Robert Kubica (POL) 39.

Apura una botella de agua mineral como si tal cosa, mientras Jean Todt, el capo del garaje de Ferrari, no para de darle palmadas por la espalda al flamante campeón de la Fórmula 1 camino del podio. Así es Kimi Raikkonen. Iceman, el hombre frío como el hielo que acaba de devolver a la Fórmula 1 a otro territorio, a la Finlandia de los mil lagos y de las tierras árticas que vieron nacer a otros ilustres campeones nórdicos: Keke Rosberg (1982) y Mika Häkkinen (1998-99).

Resulta paradójico que en estos tiempos del cambio climático, del calentamiento del planeta, la Fórmula 1 mire hacia esas latitudes. En realidad, Bernie Ecclestone, el jefe de este contubernio automovilístico, no deseaba que ganara este finlandés volador. Es una especie de campeón proscrito, al que sus gélidas maneras en los circuitos nada tienen que ver cuando sale del «circo».

Amante de su vida privada, de sus aficiones, las políticamente correctas -el esquí, el hockey sobre hielo, los karts e incluso los camiones- y las incorrectas -sobre todo el alcohol, las fiestas y las mujeres- le han perseguido en los aspectos más terrenales de la vida. Por ejemplo, durante su etapa en McLaren, donde también se ganó fama desguazando coches, Ron Dennis le intentó llevar por el buen camino y le puso en manos del doctor Aki Hintsa, paisano suyo, para que vigilara su peso y sus aficiones. El mismo médico que ya cuidó de los excesos alcohólicos de Mika Häkkinen años atrás.

Kimi Matias Raikkonen (Espoo, 1979) es un digno campeón. Tras quedarse con la miel en los labios por dos veces y ante sus dos predecesores -Michael Schumacher (2003) y Fernando Alonso (2005)-, ha hecho realidad el buen ojo de cazatalentos de Peter Sauber, que quedó hechizado cuando le invitó a hacer una prueba en septiembre de 2000. Fue su pasaporte al gran «circo» de la tecnología, del espectáculo de los monoplazas y del oropel de un mundo casi perfecto.

El ahora piloto de Ferrari debutaría un año después. En su primera carrera, el Gran Premio de Australia, sumó un punto (fue sexto) que le sirvió para demostrar a incrédulos como Max Mosley, el patrón de la Federación Internacional de Automovilismo, que, pese a haberse fogueado sólo en el campeonato británico de la Fórmula Renault (en 2000 ganó 13 de 23 carreras) había madera de líder en este antiguo piloto de karts (donde se inició a los 10 años), del campeonato de Europa de Fórmula Super, de la Fórmula Ford Euro Cup y de las «British Formula Renault Winter Series» (fue campeón con 20 años).

Sauber fue el trampolín para fichar por un «grande». En ese primer año y con un bólido de segunda fila, acabó cuatro veces en los puntos. También entró los ocho primeros en otras tantas ocasiones. Con Nick Heidfeld de compañero, Sauber hizo su mejor resultado en el mundial de constructores (cuarto puesto).



Ron Dennis anotó el nombre de Kimi en su agenda. El jefe de McLaren ya había lidiado con los excesos de Hakkinen, así que apostó por este rubio de ojos verdes florescentes, de aspecto callado y alérgico al trabajo. Pero Dennis pensó que el esfuerzo, el vigilar también su vida privada iba a merecer la pena. Y así, un año después de su estreno en la Fórmula 1, se ponía a los mandos de uno de los coches más pintones del «paddock», las flechas plateadas. Häkkinen ya tenía sucesor, pensaron en McLaren.

Como en el ejercicio anterior, Raikkonen hizo un buen inicio, con un tercer puesto en Australia. Después los monoplaza de Woking comenzaron a mostrar su falibilidad, lo que le obligó a sumar sólo 24 puntos, con un total de cuatro podios. Su mejor resultado en 2002 fue en Magny Cours (Francia), donde pudo ganar, pero un charco de aceite le condenó al segundo puesto. En realidad, ese ha sido su rol durante varias temporadas. La primera, en 2003.

Le disputó hasta el último momento el cetro a Michael Schumacher, pero acabó segundo. De inmediato, se le incluyó en el cartel de favorito para el siguiente curso. Hizo agua. Fue séptimo, cuando su MP4-19 era uno de los favoritos. Más de lo mismo en 2005, el del primer mundial de Fernando Alonso, con aquella carrera de Nürburgring en la que el palier de su coche saltó por los aires, convirtiéndole en una especie de destructor de coches. Con todo y con eso acabó segundo. Otra vez el eterno perdedor. Aguantó un año más en McLaren para irse a Ferrari, nada menos que a sustituir al «kaiser» Schumacher y allí ha conseguido dar su mayor salto cualitativo siguiendo ese mismo binomio que tan buenos resultados le ha dado a Ducati en MotoGP. La comunión en Maranello durará hasta 2009, a razón de 25 millones de euros.

Fuente: ABC.es

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