María Peláez, lejos de su mejor forma, logra su 50º título nacional con 30 años.
Hace tres años y medio, María Peláez acabó el Europeo de Madrid entre lágrimas. Ni los gritos y silbidos de su novio, familiares y amigos, que jaleaban desde las gradas cada uno de sus envites contra el agua, sirvieron a la malagueña para cumplir su objetivo: lograr la mínima para los que debían ser sus cuartos Juegos Olímpicos. La nadadora precoz, la campeona de Europa junior y absoluta, la más joven de toda la delegación española en Barcelona 92, parecía acabada. Su mejor momento físico había pasado y resultaba difícil creer que recuperaría las sensaciones en la piscina. Pero Peláez fue repescada para Atenas, y hace una semana, con los 30 ya cumplidos, se volvió a proclamar campeona de España en 100m mariposa -y van 50 títulos nacionales- y logró la plata en los 200m. Ahora vuelve a soñar con unos Juegos Olímpicos, los de Pekín el próximo verano.
El triunfo de Peláez dice mucho de la mala situación de la natación española. Lejos de su mejor forma, nadó en 1m 1,58s, cuando hace siete años lo hacía en 1m 0,54s. Y ni siquiera consiguió la mínima para los Europeos. Ángela San Juan, que tiene el récord de España, quedó segunda.
Peláez sabe que es una nadadora mayor: "El mejor momento está entre los 19 y los 23 años. Es cuando te has quitado el cole de encima y has madurado físicamente y de cabeza", reconoce desde Málaga, donde ha viajado un par de días para pasar los Reyes con la familia. Pero nunca ha dejado de nadar. Cuando sintió que necesitaba un cambio, motivación para seguir, hizo las maletas y se fue a Italia a entrenarse. Después de Atenas, decidió volver. Su pareja vivía en Madrid y ella quería acabar la carrera de INEF. Nadó a las órdenes de Paulus Wildeboer y de Joan Fortuny y hace poco más de un año se unió al grupo de Juan Camus en el SEK Castillo.
Lo que sí ha hecho con la edad es cambiar la forma de entrenarse, adaptarla a un cuerpo cascado, con miles de kilómetros en brazos y piernas. "Tengo que controlar mucho las cargas porque me cuesta más recuperarme de los grandes esfuerzos", resume. Así que ahora pasa menos horas en la piscina y más en el gimnasio haciendo pesas. Si hace cinco años hacía once sesiones en el agua de entre 6.000 y 7.000 metros a la semana, hoy hace entre seis y ocho.
"Le cuesta llegar al nivel que tenía", reconoce Camus; "ha entrenado muy duro durante muchos años y el músculo ya está tocado, el corazón está más cansado...". A cambio, Peláez tiene experiencia, y un carácter "muy peleón", y está "supermotivada". Porque le gusta nadar, pero también porque ve a la vuelta de la esquina los que serían sus quintos Juegos Olímpicos. Para esta cita prepara los 200m mariposa y los 200m estilos. Tanto ella como Camus saben que es muy difícil, pero han planificado minuciosamente el trabajo. Con las Navidades han cumplido el último descanso. Las mínimas están aún lejos, pero tendrán varias oportunidades. La primera en el Open de España a principios de abril en Palma de Mallorca.
Hace 11 años
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